MIGRACIÓN DE IDENTIDAD Y TRAUMA

Un trabajo simultáneo durante la pandemia

| Por Alejandra Usabiaga |

Alejandra Usabiaga describe los efectos generalizados de la pandemia de COVID19 como un proceso de trauma colectivo al que estamos respondiendo de distintas maneras; lo mira desde la lente de los Ritos de Pasaje para ubicarnos en una migración de identidad que nos permita navegar la incertidumbre con más calma.

Por primera vez en la historia de la humanidad, todas y todos compartimos un mismo evento. Las personas estamos expuestas a un mismo fenómeno, pues podemos ser infectados por covid 19 por el simple hecho de estar vivos. Las maneras de reaccionar ante este evento han sido distintas a nivel personal y social; la vida como la conocíamos cambió súbitamente, nos vimos envueltos en una serie de cambios personales y sociales para los que no estábamos preparados. Algunas familias quedaron separadas por la imposibilidad de transitar a su país, algunos más se quedaron sin empleo y la pérdida económica ha sido un asunto generalizado.

 

En todas las culturas existen eventos importantes que marcan el paso de una etapa de vida otra, la mayoría de éstos son planeados y esperados. Por ejemplo, en México, las mujeres celebran sus quince años con un evento especial “los quinces”; o cuando se cumple la mayoría de edad se marca el cambio de etapa tramitando una credencial para poder elegir a nuestros gobernantes “la INE”, o con una licencia para conducir, ambas identificaciones sirven para demostrar que se ha llegado a la edad en la cual se pueden ingerir bebidas alcohólicas por decisión propia. De igual manera planeamos y celebramos logros como graduaciones, bodas, etc. Existen innumerables eventos que marcan el cambio de etapa en cada religión y cultura.

 

Michael White, basándose en Gennep (1960) y Tuner (1967), incluyó el proceso de ritos de pasaje en la terapia. Desde las prácticas narrativas, los ritos de pasaje fueron bautizados por White como “Migración de Identidad”, como una estrategia que se utiliza en el trabajo terapéutico.

Generalmente, cuando se vive un rito de pasaje la persona identifica hacia dónde va, es decir, alcanza a ver o imaginar claramente el lugar al que desea llegar, como la adultez, el final de un ciclo educativo o el perfeccionamiento de una actividad. Existen otras situaciones que implican cambios o movimientos que pueden llegar a ser largos y dolorosos como la pérdida de un empleo, la migración, un divorcio o una separación, por mencionar algunos, que también pueden se pueden entender desde el rito de pasaje, pues aún cuando pueden llegar por sorpresa, y no son esperados ni deseados, generalmente la persona logra identificar el lugar al que desea llegar.

 

Las etapas planteadas para el proceso de ritos de pasaje son:

  1. Etapa de separación. La persona rompe con la vida como se conocía.
  2. Etapa liminal. Lo conocido ya no se encuentra presente, las cosas no son como las conocíamos. Esta etapa está caracterizada por periodos de desorientación, confusión y en ocasiones desesperación.
  3. Etapa de reincorporación. En esta etapa la persona identifica que ha llegado a un nuevo lugar, se siente en casa y con las habilidades y conocimientos necesarios para vivir la nueva situación.

 

Durante esta pandemia, resulta claro que entramos a la etapa de separación sin previo aviso. Al inicio, intentamos únicamente sobrevivir el momento, sin darnos cuenta que a partir del día que nos quedamos en casa, empezamos a vivir una nueva realidad; pasamos de una etapa de separación inmediata a una etapa liminal larga. Sin planeación o conciencia alguna, empezamos a vivir de una manera diferente a la que nos fuimos ajustando día a día, sin preparación.

 

Un problema grave al que nos enfrentamos después de 5 meses, es que en esta etapa liminal hemos vivido infinidad de pérdidas y podríamos decir que estamos experimentando un episodio de trauma por el confinamiento. Las vivencias negativas y traumas se han recrudecido por las pérdidas vividas por cada persona. En muchos casos, a esto se añaden pérdidas de seres queridos de los cuales ha sido imposible despedirse y mucho menos llevar a cabo los rituales de duelo que ayudan en el proceso.

Lo que estamos viviendo nos impide identificar claramente el lugar hacia dónde queremos llegar, es decir, es difícil tener certeza sobre el futuro, no sabemos qué trabajo estaremos desarrollando, la manera en la cual podremos reunirnos, cuándo será posible asistir a eventos sociales como el futbol, una obra de teatro o un concierto, etc. Sin embargo, podemos visualizar cómo deseamos llegar a esos lugares. Podemos identificar las personas que deseamos ser dentro de un año o dos.

Al centrar la atención en la identidad, se le quita poder a la incertidumbre del futuro, ya que se logra trabajar con las herramientas y fortalezas de la persona. De esta manera dentro de la etapa liminal de la pandemia, se logra llegar a la etapa de reincorporación de la identidad.

 

Como mencioné previamente, una de las partes más difíciles a la que nos hemos tenido que enfrentar está relacionada con el trauma que se vive como sociedad, sobre el cual es importante trabajar tanto a nivel personal, como colectivo. Dentro del trabajo de trauma es esencial incluir el proceso de rito de pasaje, es decir, hay que trabajar los mapas de trauma y la migración de identidad de manera conjunta.

 

En este documento no me referiré al trabajo de trauma que llevamos a cabo con las personas que se han enfrentado a pérdidas significativas, tales como la muerte de seres queridos, una separación o divorcio, sino a lo que vivimos por enfrentarnos a la pandemia de coronavirus y los cambios que nos ha traído mantenernos en casa y tener distancia social.

 

 

A través de la observación y el acompañamiento a consultantes, hemos[1] logrado identificar algunas etapas dentro del proceso de 5 meses que ha transcurrido en México. Sin embargo, reconocemos que la situación no nos permite ver una fecha próxima para poder sentirnos seguros de contagio.

En un primer momento, pudimos observar que las personas intentamos mantener en orden nuestras vidas, algunas personas se centraron en hacer ejercicio, comer sano, organizar su espacio dentro de casa para poder trabajar de manera virtual, buscaron la mejor manera de estar en contacto con sus seres queridos que se encuentran alejados físicamente, etc. Otras personas aprovecharon el tiempo para ordenar sus casas, deshacerse de cosas que no utilizan, y otras más se dieron a la tarea de aprender alguna nueva habilidad, etc. En este primer momento, la mayoría de las personas tuvimos la fuerza para mantenernos ocupados y útiles.

Pasado el tiempo, empezamos a observar a muchas personas experimentando altos grados de ansiedad debido, principalmente, a la falta de claridad con respecto al comportamiento del virus. Además, percibíamos la presencia del mismo en personas conocidas o cercanas, lo que empezó a generar mucho miedo, pues a pesar de vivir en confinamiento y tomar todas las medidas de cuidado, las personas nos podemos contagiar. Aunado a todo lo anterior, nos dimos cuenta que el fin de la pandemia no se encuentra cercano, por lo menos en México.

Posteriormente y tomando en cuenta que “la ansiedad es prima hermana de la depresión”, los y las consultantes empezaron a presentar síntomas de depresión. Los horarios y las rutinas cambiaron, sobre todo los de aquellos que pueden realizar sus labores en horarios libres. Muchas personas se duermen tarde y por lo tanto se despiertan tarde o experimentan falta de sueño. Además, el orden alimenticio empezó a ser sustituido por comidas rápidas y exceso de carbohidratos, las reuniones virtuales y los cursos en línea se alargaron o se dejaron inconclusos y muchas personas han experimentado una sensación de “esto nunca va a terminar”. No podemos dejar de lado la necesidad de contacto físico que tenemos y el miedo que se experimenta por el contagio. Aunado a la desesperanza, debido a que la curva de contagios no disminuye, se encuentra la impotencia y desesperación por la situación económica y social que vivimos en México. Son muchos los factores que han llevado a algunas personas a experimentar momentos depresivos.

 

Actualmente, algunas personas que han podido enfrentar el miedo, autorizadas por el gobierno federal, han dado pasos hacia el contacto social. Algunos organizan almuerzos en lugares abiertos con pocas personas, otros visitan a sus seres queridos mayores de edad o en condición vulnerable, siempre cuidando la sana distancia y las medidas de seguridad. También, hay personas que se han permitido salir de casa para caminar o realizar alguna actividad que habían tenido que aplazar, como ir al médico. Estas personas han tenido dos tipos de reacciones. Por un lado, están aquellas que se han sentido liberadas al darse este tipo de permisos, pero por otro están aquellas a las que las salidas las han regresado a experimentar ansiedad por el miedo al contagio.

En este momento me pregunto qué características tendrá la siguiente etapa de lo que estamos viviendo, ya que mientras la incertidumbre sea parte de nuestra vida, no podremos salir de la etapa liminal y por lo tanto seguimos viviendo el momento de trauma.

 

Con algunas y algunos consultantes, he encontrado especialmente útil trabajar el momento presente a través del trabajo narrativo de trauma y migración de identidad. Esto permite a las personas identificar sus recursos, fuerzas y lugares seguros. Además, logran mantenerse claros y claras con respecto a la manera en la cual desean enfrentar las siguientes etapas de la pandemia, incluso cuando no es muy claro cuál es la mejor manera de enfrentarla como sociedad y sin conocer los cambios que seguiremos experimentando en esta realidad.

He encontrado útil el mapa de trauma propuesto por Michael White, haciendo algunos ajustes desde la propuesta de Judith Herman (2019), el cual he dividido en tres etapas, apegándome a las de rito de pasaje. En un primer momento analizamos el momento de vida en el cual se encontraba la persona cuando llegó la pandemia. Identificamos los momentos que más disfrutaba y lo que estas actividades dicen de ella. También conversamos sobre cuál fue la respuesta que dio a la realidad y buscamos si en ese primer momento apareció algún sentimiento como el miedo. Apegada al mapa de ritos de pasaje propuesto por Cuqui Toledo, identificamos aquellas personas, habilidades, herramientas, momentos, etc., que acompañaron a la persona en un inicio. Nos centramos especialmente en identificar la manera en la cual se protegió de la situación que se le presentó, a pesar de haber sido algo inesperado.

 

 

En un segundo momento, haciendo referencia a la etapa liminal del proceso de migración de identidad, buscamos recapitular el momento presente, logramos identificar los sentimientos predominantes y hacemos referencia a aquello que está siendo valorado; por ejemplo, si predomina la ansiedad o la depresión, buscamos aquello de lo que hablan estos sentimientos, seguido de las herramientas que ha utilizado para enfrentarlos y analizando lo que la persona piensa de si misma, específicamente sobre su manera de responder a la pandemia.

Una vez que la persona tiene clara la manera en la cual está enfrentando el momento, conversamos sobre cómo le gustaría enfrentar de manera diferente la situación, es decir, aquellas cosas que desea cambiar sobre sí misma por no sentirse cómoda con su manera de vivir la pandemia. Identifica acciones concretas que la llevarán a tener la respuesta esperada y realiza un plan de acción que incluye actividades concretas que demostrarán que está respondiendo de la manera deseada, y por lo tanto se está acercando a la persona que desea ser. Por ejemplo, alguna persona buscó grupos de meditación en línea con la idea de sentir que hace algo para ella y se cuida, alguien más decidió leer cuentos para niños en línea, buscando ser alguien que comparte con otros y otras su voz; hay quien se ha propuesto hacer ejercicio dos veces al día, ya que en el ejercicio encuentra una manera de “bajarle dos rayitas”; mientras que otra persona hizo una lista de sus personas queridas mayores a quienes les llama por teléfono una vez a la semana con la idea de ser presente para personas que la pueden estar pasando muy mal. Un consultante se dio a la tarea de hablar con su vecino con el fin de solicitarle no agredir a la vecina enfermera al regresar de trabajar, su idea estaba relacionada con ser un ciudadano responsable.

En esta etapa he encontrado útil socializar el trauma, es decir, dentro de la sesión terapéutica abro el espacio para que la persona exprese todo aquello que le preocupa sobre la pandemia, además de identificar personas con las que puede hacerlo en su vida cotidiana. La idea detrás de esta acción es que muchas de las personas que han vivido abuso logran superar el silencio a través de grupos, de la misma manera que los grupos de alcohólicos anónimos, narcóticos anónimos, etc., no únicamente comparten su deseo por quitar el control de su vida al problema, si no que también encuentran voces que comparten vivencias similares.

 

La tercera etapa del rito de pasaje o migración de identidad actualmente se encuentra en construcción y se llega a ella cada día, es decir, las conversaciones se centran en seguir identificando la persona que se desea ser en el momento presente y en el momento futuro, obteniendo como resultado que la persona que se desea ser hoy, es la misma que se desea ser mañana. En palabras de una consultante, se trata de “las acciones que indican que estoy trabajando por ser la persona que deseo ser hoy son las mismas que me van a llevar a ser la persona de la que me sentiré orgullosa en el futuro”.

 

 

La descripción que he hecho se refiere al trabajo individual en proceso terapéutico, sin embargo, me parece que como sociedad también debemos trabajar para identificar quiénes deseamos ser en este momento de pandemia y qué tipo de comunidad deseamos ser en un futuro, con el fin de lograr hacer un buen trabajo de migración de identidad social.

 

 

REFERENCIAS

Herman, J. (March 14, 2019). Recuperado en https://willowplaceforwomen.com/trauma-recovery-and-the-three-stages/

Turner, V. (1967). Betwixt and between: the liminal period in rites de passages. En Forest of symbols: aspects of the Ndembu ritual (pp.23-59) Cornell UP, Ithaca.

Turner, V. (1969). The ritual process. New York: Cornell University Press,

White, M. (2008). Retelling the stories of our lives. Saying Hello Again When We Have Lost Someone We Love. Dulwich Centre publications. Adelaide, Au.

White M. (2007), Maps of narrative practice. New York. Norton.

White, M. (2004). Working with people who are suffering the consequences of multiple trauma: A narrative perspective. The International Journal of Narrative Therapy and Community Work. Adelaide, AU.

Van Gennep, A. (1960). The rites of passage. Chicago: University of Chicago Press.


[1] Los miembros de Grupo Terapia Narrativa Coyoacán hemos conversado ampliamente sobre el proceso que observamos.

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