DIEZ AÑOS DE SU PRESENCIA IMPLÍCITA

Por Miriam Zavala |

Miriam Zavala nos relata cómo se vivieron dos eventos de conmemoración del legado de Michael White a diez años de su muerte, que tuvieron lugar en Casa Tonalá (Ciudad de México). Hace una reseña clara con lo mas relevante de:

  1. El taller que dieron Ítalo Latorre y Carolina Letelier, de PRANAS, a principios de abril; y
  2. El conversatorio que convocamos desde GTNC a finales del mismo mes.  

Hace algunos días en México nos reunimos en dos eventos diferentes para conversar, reflexionar, compartir y conmemorar la vida y obra de Michael White y nuestra experiencia al recorrer los territorios de la Narrativa a 10 años de su fallecimiento.

En un primer momento, nos reunimos con Carolina Letelier e Ítalo Latorre de Pranas Chile[1], a multihistoriar el legado de Michael y vivimos dos días muy emotivos de videos, preguntas, historias y recuerdos. Días después en Grupo Terapia Narrativa Coyoacán (GTNC), convocamos a un conversatorio[2] con algunas de las personas que estuvieron presentes y participaron de los primeros momentos de la Narrativa en México, a algunas de las personas que dentro de las instituciones privadas y públicas (GTNC, Casa Tonalá, UNAM, ILEF, Grupo Campos Elíseos) estamos haciendo Narrativa en México así como alumnos, alumnas y practicantes de la Narrativa en general.

Estos encuentros para mí han planteado muchas más preguntas que respuestas, preguntas que aún hoy, a varias semanas de distancia siguen dando vueltas en mi cabeza ¿Qué ha pasado con nosotrxs al ser practicantes de la Narrativa? ¿Qué implicaciones ha tenido para nuestras profesiones trabajar desde esta comprensión del mundo? ¿Cómo estamos apropiándonos de las ideas para construir una práctica narrativa acorde nuestras realidades latinoamericanas y mexicanas? ¿Cómo ha contribuido la Narrativa a nuestras vidas? ¿Cómo hemos contribuido nosotrxs como practicantes a la vida de la Narrativa? ¿Con qué historias y valores necesitamos conectarnos para tomar en serio nuestras voces latinoamericanas y hacerlas circular entre la comunidad narrativa internacional? ¿Cuáles son nuestras esperanzas para la Narrativa pensando en los próximos 10 años? Ninguna de estas preguntas tiene respuestas fáciles ni definitivas.

Y como ocurre con las preguntas narrativas, mi mente se estira para tratar de responder a algunas de ellas… recuerdo en primer lugar, mis acercamientos iniciales con la Terapia Narrativa, lo conocido y familiar en aquel entonces tenía que ver con los feminismos, las ideas de Foucault y los discursos de poder, desde ahí la Narrativa calzó perfecto con algunas de mis ideas acerca del mundo. Ese primer contacto fue amor a primera vista y desde ahí las conversaciones terapéuticas para mí se transformaron. Me emociona percatarme de cómo la propuesta narrativa me ha ayudado a visibilizar los discursos de poder, para mí y para mis consultantes y cómo me ha acompañado a analizar desde una postura profundamente crítica, la forma en la que estos discursos se encuentran entretejidos con nuestras vidas y nos reclutan. Esta posibilidad ha abierto un mundo de reflexión en mi trabajo.

Ahora puedo recordar conversaciones y más conversaciones, momentos profundamente emotivos donde una chica lesbiana pudo denunciar los efectos de la homofobia en su vida, donde un hombre pudo cuestionar su consumo de alcohol como parte de una cultura machista, donde una madre pudo rescatar su valía al oponerse a los discursos tradicionales acerca de la maternidad o donde un adolescente dominado por los celos pudo analizar los discursos amorosos que lo mantenían atado. Ninguna de estas conversaciones hubiera sido posible sin que la Narrativa hubiera estado ahí para acompañarme y guiarme. Gracias a la Narrativa es que podido entender que las conversaciones terapéuticas sin una mirada política, pueden convertirse en prácticas que invisibilizan y mantienen el status quo. Nada más y nada menos.

Otra gran influencia que veo de la Narrativa en mi trabajo, es el espacio que se ha abierto para poder reflexionar dentro de los grupos dedicados al trabajo con la salud mental, no solo de qué hablamos sino también de cómo hablamos. Cuestionar el uso de diagnósticos, procurar una práctica horizontal donde todas las personas tengan voz, colaborar y construir en vez de prescribir y catalogar; poder curiosear, cuestionar y reflexionar en vez de aleccionar, educar o interpretar. Qué deleite poder ser terapeuta desde estas ideas y qué gran responsabilidad ayudar a difundir una práctica tan respetuosa.

¿Y qué tiene esto que ver con nosotrxs lxs practicantes de Narrativa y nuestras vidas?…recupero los dichos de algunas de las personas que participaron en los homenajes que mencioné al inicio…para algunas de nosotras la Narrativa nos ha dado esperanzas, nos hizo conscientes de nuestro lenguaje, nos dirigió hacia lo positivo e hizo la diferencia después de años de depresión. Para otras de nosotras la vida cambió porque la Narrativa dirigió nuestras miradas hacia lo comunitario dándonos una manera de contribuir que no habíamos encontrado. Para algunas más la Narrativa nos permitió honrar nuestra manera de ser humanas, cambió nuestra manera de relacionarnos y nos dignificó, dignificando también nuestras relaciones. Finalmente para algunos más, la Narrativa representó encontrar una voz que hablaba de lo que sentíamos pero que no habíamos sabido expresar. La narrativa le dio voz a nuestra voz.

Y hasta aquí algunas de las implicaciones que ha tenido en la práctica y por lo tanto en nuestras vida, la Terapia Narrativa.

Ahora bien ¿qué diríamos de cómo estamos apropiándonos de las ideas para construir una práctica narrativa acorde nuestras realidades latinoamericanas y mexicanas? Hoy en México, se comentó en estos encuentros, hemos sentido que la Narrativa calza perfecto con nuestra realidad. No sólo nos permite como sociedad civil poner un grano de arena para combatir la inequidad y la injusticia, cuando la confianza en las instituciones está tan mermada. Nos permite también acercarnos a las comunidades sintiendo que estamos honrando sus formas de vida y colaborando para que sus tradiciones y cosmovisiones sean dignificadas. Pero también nos está permitiendo responder a la violencia, buscando lo valorado para encontrar otros caminos para contribuir.

¿Y qué hay del futuro?

Es mi esperanza que la Narrativa encuentre otros espacios donde colarse, que nos la vayamos encontrando en otras formaciones, en otras profesiones, en otros espacios de reflexión, que donde haya personas trabajando con personas, la mirada narrativa pueda convertirse en una coordenada que nos oriente.

Quiero, como dijo ítalo, practicar la ética de tomarnos en serio, tomarme en serio y sentarme a escribir acerca de mis 12 años acompañando procesos de formación en Narrativa. Supongo que algo tendré que decir al respecto. Pero también pienso que conozco tantas personas en México haciendo cosas valiosas desde la Narrativa, que puedo intuir el beneficio que estas ideas y prácticas podrían traer a personas en otras latitudes.

Me gusta imaginar, como dijo Maru Narudille en uno de estos encuentros, que la Narrativa se viraliza al grado que un día los habitantes del futuro se sorprenderán de saber que antes, en un pasado ya remoto, las personas eran vistas como sus problemas y que había una sola historia para hablar de la identidad o de la vida de una persona. Me gusta soñar que algún día esas prácticas serán solo piezas de museo.

Ahora les invito a que sigamos rehistoriando, recreando y soñando con y para la Narrativa. Estoy segura de que a Michael eso le hubiera fascinado.


[1] Taller organizado por Casa Tonalá y Pranas Chile “Honrando el legado de Michael White. Lo ausente pero implícito en las preguntas” 23 y 24 de marzo, 2018, Ciudad de México.

[2] Conversatorio organizado por Grupo Terapia Narrativa Coyoacán y Casa Tonalá “Honrando el legado de Michael White. Nuestra experiencia en Mexico” 26 abril, 2018, Ciudad de México.

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