APRENDAMOS A SOLUCIONAR

| Por Alejandra Usabiaga del Moral |

Alejandra Usabiaga nos comparte una lista de recursos y acciones que, desde su experiencia, son útiles para no responder con agresión o violencia ante las diferencias en las relaciones. Ante la normalización cultural de las respuestas impulsivas y de agresión que suelen acompañar situaciones de enojo o desavenencia, estas recomendaciones pueden ayudar a generar otras opciones que construyan mejores soluciones a los conflictos.

“No me puedo controlar”, “me provocó”, “si me molestan, me tengo que defender”, “no puedo dejar que piense que me ganó”, son algunas de las frases que escucho con regularidad en consulta con personas que utilizan la violencia física o emocional de manera recurrente, y cuya conducta les está ocasionando problemas en sus relaciones. Son frases que escucho por igual en niñas, niños, adolescentes y adultos; frases que llevan la connotación de algo intrínseco a la persona, algo referente al temperamento y por lo tanto incontrolable. También escucho las mismas frases de parte de sus personas cercanas, quienes llegan a justificar las agresiones con afirmaciones como “es de mecha corta”, “si ya se cómo es, para qué la o lo provocó”, “es como cerillito, al ratito se le pasa”, “es de carácter muy fuerte”, “siempre se arrepiente de lo que dice”, “es muy directo o directa en lo que dice”, etc. Esto me ha llevado a reflexionar que al suponer que las agresiones son una parte intrínseca a la persona, se asume que no hay manera de controlarlo y los seres queridos deberán aceptar ese “defecto”, a pesar de lo que llegue a lastimar.

Este es un problema cultural arraigado originalmente en el sistema patriarcal en el que vivimos, en donde la violencia ha sido justificada como una manera de poner límites. Es utilizado principalmente por los varones, y ha filtrado a algunas mujeres en los últimos tiempos al vernos inmersas en el mundo laboral y al reconocer nuestros derechos a no vivir maltrato; se asume que, si no merecemos maltrato, tenemos que reaccionar ante él, y la respuesta más aceptada es el enojo e incluso la agresión violenta como “defensa” o “represalia”. Sin embargo, de manera social se tiende a descalificar el enojo y las actitudes agresivas de la mujer atribuyéndole adjetivos como histérica o bruja, mientras que el enojo en los hombres socialmente se explica como una necesidad de control propia de su rol.

Con esta lógica, se olvida que tanto hombres como mujeres tenemos el derecho de sentir y expresar enojo cuando sentimos que algún valor importante ha sido transgredido y surge la necesidad de poner límites al comportamiento de otra u otras personas, siempre y cuando no lastime a las y los demás. En los entendimientos comunes se equipara enojo con agresión o incluso con violencia, pero es importante entender que son cosas diferentes. Existe una parte del temperamento que puede hacer reactivas a las personas ante situaciones en las que consideran que hay que poner límites, sin embargo, eso no justifica bajo ninguna circunstancia la agresión, aún cuando culturalmente pareciera estar justificado.

El trabajo para el manejo de impulsos ha sido parte de mi afán profesional cuando me enfrento a personas que tienden a utilizar la agresión como un método de solución de problemas en su vida cotidiana. Utilizo la externalización como recurso primario en este tipo de trabajo porque genera conciencia y proporciona herramientas a la persona. También he aplicado estrategias con base a la externalización, algunas de las cuales he podido compartir en otros escritos, como “domesticando a tu Cifrón”[i] o el cuento del hombre o mujer lobo que está incluido en el capítulo “Son Puros Cuentos”[ii]. Sin embargo, hoy me gustaría compartir con ustedes algunas otras estrategias de control de impulsos y reglas para la solución de conflictos, diferencias y fricciones, que he ido recopilando de algunos autores y de mi propia experiencia. Es importante mencionar que las reglas que se describen a continuación, únicamente funcionan cuando los participantes en el problema tienen el mismo nivel de poder, es decir funcionan en una discusión entre iguales. Cuando existen diferencias entre personas de mayor y menor jerarquía, las reglas aplican únicamente al cuidado que la persona con mayor poder tiene que tener para no cometer un acto de violencia o abuso hacia la persona con menor poder, pues esta última no tiene forma de evitar estos actos, y por lo general, tenderá a aceptar el enojo sin tener la capacidad de reaccionar de la misma manera que el otro, debido a las consecuencias que ello pueda acarrearle. Es decir, entre jefe y subordinado, entre maestro y alumno, entre padre e hijo, etc., la cancha no es pareja y de entrada la persona con mayor poder puede tender a demostrar su lugar de dominio sobre la otra persona de manera tajante y en el peor de los casos con violencia, aplicando consecuencias que el subordinado deberá acatar sin objetar.

El conflicto o la diferencia de opiniones es común en la convivencia diaria, la historia personal de cada uno nos lleva a ver el mundo de manera diferente. Aceptar la diferencia de opiniones es el primer paso cuando se trabaja en la solución de un conflicto. Existen tantas verdades como personas involucradas en el conflicto, y cada una es igual de válida. Admitir que yo soy el único o única responsable de mi enojo y de la manera en la cual lo muestro a los demás es indispensable. Normalmente se busca la manera de responsabilizar al otro del enojo propio, “ella o él me provocó”, sin embargo, no hay justificación alguna que valga cuando de nuestro enojo se trata.

Para arreglar un conflicto no necesariamente tenemos que llegar a un acuerdo. Los Gottman[iii] afirman que el 69% de nuestras discusiones en pareja no van a provocar un cambio, es decir no nos van a llevar a ningún lado, pasarán siempre y cuando aceptemos que no es un asunto que requiera dedicación de energía ni tampoco se trate de hacerlo más grande. En lo personal recomiendo elegir nuestras batallas para que caigan en el 31% de las discusiones por las que vale la pena desgastarse. Es en ese 31% de las discusiones en las que me gustaría centrarme y para las cuales sirven las siguientes herramientas que permitirán llegar a un buen acuerdo.

Conciencia Corporal

Identificar la parte del cuerpo a través de la cual se acerca el enojo, permitirá estar alerta. Hay personas a quienes el enojo se les acerca por la cabeza, a otras en el pecho, otras más por el estómago, las manos, la mandíbula, las piernas, etc. El siguiente paso es identificar cómo se acerca, ¿se siente como si te apretaran? ¿se siente caliente? ¿cómo palpitaciones? ¿un hoyo? Una vez identificada la parte del cuerpo por la cual se acerca el enojo, es importante determinar cuál es la primera señal de que el enojo se está acercando, con el propósito de detenerse e impedir que tome el control llegando a lastimar a la otra persona; se debe actuar antes de que esto suceda. El siguiente paso es identificar la mejor manera de llegar a la tranquilidad; para algunas personas es respirando, a otras les funciona contar hasta 1000, mientras que otras personas deberán retirarse del lugar y buscar la tranquilidad en la soledad.

Hay lugares en los que resulta complicado alejarse, como el automóvil, en esos casos, la mejor manera de apartarse del enojo es desviando la conversación hacia otro lugar, escuchar música o guardar silencio. En el caso de que la otra persona busque seguir hablando del tema de fricción, es importante hacerle saber que no es un buen momento para seguir la conversación y que la retomarán cuando te encuentres en control de la situación y no sea el enojo quien reaccione ante el conflicto.

El enojo como algo contagioso

Es muy común que contagiemos a la otra persona nuestro enojo. Esto se encuentra relacionado con la parte cultural en la cual hemos aprendido “a no dejarnos” y buscar tener la razón en el conflicto y por sobre todas las cosas, ganar. Sara Cobbs comentó en un taller[iv] que cuando se presenta un conflicto siempre se está buscando ser la víctima. Vemos a la víctima como la persona buena y al no ser la víctima, entonces toca desempeñar el papel de victimario y por lo tanto ser el malo o la mala de la película. Se busca ser la víctima a través de justificar el enojo en las actitudes del otro, y si llegara el momento de sentirse acorralado, entonces se buscará ser víctima de alguna circunstancia ajena, como “tuve un mal día por eso reaccioné mal”. Sin embargo, la mayoría de las veces cuando ambos buscan la victimización se entra en una escalada en donde el enojo va creciendo a cada momento luchando a toda costa por tener la razón. Una escalada generalmente no tiene buen final, se entra en una lucha de poder en donde la principal regla es que nadie gana y pierde menos el que primero se sale de la lucha, dejando la discusión a un lado, sin llegar a ningún acuerdo simplemente buscando terminar la discusión. Cuando la escalada desemboca en una lucha de poder, es el enojo quien tiene el control de las reacciones y muchas veces el enojo dice cosas que la persona nunca diría, hasta llegar a lastimar a la otra persona. Usando una frase de Manuel Turrent “en una lucha de poder cuando alguien gana, pierde la pareja.

Identificar de qué habla el enojo

Generalmente el objeto de la discusión es el disfraz de algo más, relacionado con algún valor que está siendo transgredido. Por ejemplo, al sentir irritación por la manera de cerrar la pasta de dientes, la razón oculta puede ser no sentirse visto o vista por la otra persona al ignorar aspectos del cuidado de la casa que son importantes para la persona que siente el enojo. Al encontrar el origen de la incomodidad es más sencillo entender y aceptar el conflicto buscando modificar la actitud y con ello solucionar el problema.

Escuchar

La persona que siente la incomodidad generalmente está buscando sentirse escuchada y entendida por la otra persona. Poder tener una escucha activa es importante, sin interrumpir. Grey, propone utilizar la técnica del parafraseo en donde se repite con palabras propias aquello que se escuchó. El parafraseo normalmente se puede utilizar en 3 ocasiones o hasta que la persona deje saber que se ha entendido lo que desea comunicar. Escuchar y entender no significa estar de acuerdo, ni tampoco que se deba solucionar o llegar a un acuerdo en el momento. Se puede pedir tiempo para procesar la información y retomar la conversación para que la persona que vive el reclamo pueda ser también escuchada y sentirse entendida. En ocasiones, para la persona que vive la incomodidad es suficiente sentirse escuchada.

Hablar en primera persona

Al exponer los motivos de la incomodidad o fricción, es muy importante hablar en primera persona utilizando verbos como “yo pensé o pienso”, “yo sentí o siento”, “yo imaginé o imagino”, “para mi es o era importante”, ya que de esta manera se evita generar juicios sobre la otra persona logrando con ello evitar una lucha de poder en donde la otra persona se sienta atacada y busque defenderse imposibilitando llegar a una solución.

Hablar de las acciones y no de las personas

Cometer errores no significa ser una mala persona. Al hablar sobre la incomodidad es importante centrarse en las acciones que generan la molestia, evitando hacer evaluaciones sobre la persona.

Utilizar ejemplos concretos

Evitar utilizar frases que pueden tener diferentes interpretaciones como “no me diste mi lugar” o “no te vinculas conmigo” entre muchas otras. Es importante buscar que la otra persona entienda las acciones concretas que se esperan ver en lo cotidiano, ya que de otra manera se estaría dejando a la interpretación de la persona el comportamiento que se busca modificar.

Permitir que la persona tome tiempo fuera

Cuando se presenta un conflicto y se está dispuesto a buscar un acuerdo, se pretende que ambas personas logren controlar sus impulsos evitando lastimarse al dejar que el enojo hable por ellos. Cuando alguna de las personas pide tiempo a solas para enfriarse y procesar el enojo, es muy importante que deje saber a la otra persona que regresará cuando se encuentre lista o listo para conversar de manera tranquila, teniendo la capacidad de escuchar la necesidad del otro; es fundamental regresar, ya que al no hacerlo se mandará el mensaje “tu incomodidad no me importa y por lo tanto no me es importante llegar a un acuerdo”. Al pedir tiempo fuera, es de suma importancia que la otra persona dé el tiempo necesario sin perseguir o buscar a quien tuvo necesidad de retirarse. Muchas personas justifican el acoso hacia la otra persona con su necesidad de solucionar el problema de inmediato, situación que no sucederá mientras la otra persona no se sienta lista para conversar el tema. Perseguir a la otra persona buscando la solución inmediata, puede generar una situación de irritación mayor que se puede llegar a salirse de control.

Buscar el momento y el lugar

Para que el conflicto llegue a una buena negociación, es recomendable buscar un espacio en donde las personas se encuentren a solas, con suficiente tiempo para escuchar y entenderse mutuamente, pues al elegir un mal momento, seguramente el conflicto no encontrará una negociación adecuada para ambas partes y se podría generar mayor incomodidad.

Evitar hechos históricos

Al conversar sobre la incomodidad que generó la fricción es importante mantenerse en el hecho concreto evitando hablar sobre incomodidades pasadas, ya que al hacerlo se desvía la atención del conflicto que se desea solucionar. Es importante buscar la solución de cada incomodidad cuando se vayan presentando, evitando juntar eventos para ser negociados al mismo tiempo. Guardar incomodidades trae como consecuencia una explosión difícil de contener.

Disculparse es muy importante

Una vez que se ha hablado sobre la incomodidad de manera tranquila entendiendo la postura de la otra persona, llegando a reconocer la responsabilidad en el conflicto, es muy importante ofrecer disculpas por el comportamiento que generó la incomodidad aún y cuando dicho comportamiento haya sido generado de manera involuntaria. Al ofrecer disculpas se reconoce la legitimidad de la otra persona y la propia responsabilidad en el evento, lo que abre caminos para la construcción de la relación.

Reparación del daño

Equivocarse es algo normal y esperado en los seres humanos, reconocer el error y ofrecer disculpas ante el daño causado es importante, sin embargo, la única manera de poder dejar el hecho en el pasado es a través de encontrar un modo de reparar el daño causado. La forma más acertada de llevar a cabo esta acción es preguntarle a la persona afectada cuál es la mejor manera de reparar el daño. Es necesario llegar a un acuerdo sobre la reparación que sea cómoda para las dos personas que han vivido el conflicto.

Escribir

Para algunas personas es más sencillo expresarse a través de la escritura, lo que es un medio válido y útil para expresar el origen de la incomodidad. Al escribir es importante seguir las reglas de hacerlo en primera persona, sin incluir eventos pasados, refiriéndose a las acciones y no a la persona. Buscar escribir aquello que se desea decir y volver a revisarlo al día siguiente, es una manera eficiente de llevar a cabo esta actividad. Una vez que se ha revisado el escrito, es recomendable volver a leerlo en voz alta imaginando cuál sería la reacción de la otra persona si estuviera escuchado la lectura, si se encuentra conforme con la reacción que cree que tendrá la otra persona, es el momento correcto para que el escrito sea enviado. Se debe evitar enviar mensajes de WhatsApp cortos con reclamaciones constantes, pues estos mensajes generan mayor fricción, ya que generalmente escribe el enojo y no la persona con intención de cuidar la relación.

Desde mi experiencia, estas son las recomendaciones más importantes que pueden ayudar cuando se trata de solucionar conflictos. También existen técnicas más personales que cada quien va generando al conocer su propio enojo y las estrategias y artimañas que utiliza buscando tener el control de un conflicto. Es importante recordar que el enojo no cuida al otro, y por supuesto tampoco cuida las relaciones.

Referencias

Butler, K. (Sep/Oct 2006). The Art Science of Love. Can the Gottmans Bring empirical rigor to intuitive world of couples therapy?. Recuperado en https://www.hedyyumi.com/wp-content/uploads/2016/02/MC2-S3-Art-and-Science-of-Love.pdf,

Gray, J. (1994). What you feel you can heal. A guide for enriching relationships. Mill Valley: Heart Publishing.

Usabiaga, A. (2014). Domesticando a tu Cifrón. Recuperado de http://terapianarrativacoyoacan.blogspot.com/2014/02/domesticando-tu-cifron.html

Usabiaga, A. (2018). Son puros cuentos. En I. Latorre (Ed.). Prácticas de Terapia Narrativa: Voces Latinoamericanas tejiendo relatos preferidos. (Vol. II). Santiago de Chile: Pranas.


[i] Usabiaga, A. (2014) Domesticando a tu Cifrón. http://terapianarrativacoyoacan.blogspot.com/2014/02/domesticando-tu-cifron.html
[ii] Gray, J. (1994) What you feel you can heal. A guide for enriching relationships. Heart Publishing. Mill Valley, Ca.
[iii] Butler, K. (Sep/Oct 2006) The Art Science of Love. Can the Gottmans Bring empirical rigor to intuitive world of couples therapy? Recuperado en https://www.hedyyumi.com/wp-content/uploads/2016/02/MC2-S3-Art-and-Science-of-Love.pdf
[iv] Entrenamiento Internacional en Mediación Narrativa, impartido por la Doctora Sara Cobb y el Doctor Carlos Sluzki, en la ciudad de Oaxaca, los días 17 y 18 de noviembre de 2018.

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