¿ESTAMOS PONIENDO IMPORTANCIA EN LO QUE REALMENTE ES IMPORTANTE PARA NUESTRA VIDA?

| Por Tomoko Yashiro |

Tomoko Yashiro nos comparte una reflexión sencilla acerca de la influencia que tiene la cultura hegemónica sobre la forma en que distribuimos nuestro tiempo entre lo urgente y lo importante. Basa su reflexión en las propuestas de Byung-Chul-Han acerca de las “tácticas” seductoras del poder neoliberal para mantenernos en una lógica del rendimiento, el cansancio que esto genera y la forma en que nos aleja de una forma más estética de vivir.

Nuestra sabia Mafalda dice: “Como siempre lo urgente no deja tiempo para lo importante…”. ¿No es esta una vivencia diaria que rige nuestra cotidianidad? Lo urgente serían los compromisos de la vida cotidiana, que son importantes para cada momento, pero que no son relevantes para una larga vida. Lo importante sería algo que en un momento de reflexión sobre nuestra vida nos hace pensar que vale la pena dedicar nuestro tiempo y esfuerzos. En algunos libros de auto desarrollo se recomienda revisar nuestra agenda para ver qué porcentaje ocupa lo urgente con respecto de lo importante en nuestra vida diaria. Parece que es muy común reconocer que nuestra agenda está ocupada más por lo urgente, y que el porcentaje de lo importante no es tan alto, si uno no desarrolla el hábito de revisar nuestra forma de usar tiempo.

Escuchar la frase de Mafalda me hizo recordar el concepto de “psicopolítica” del filósofo surcoreano, Byung Chull Hann. El autor menciona que el ejercicio del poder en la sociedad actual, dominada por el consumismo, opera de manera sutil y silenciosa, y penetra en nuestra psique controlándola y explotándola de acuerdo a sus intereses, seduciendo a los individuos para que colaboren con ella de manera voluntaria. Según su planteamiento, nos sentimos libres puesto que somos nosotros quienes participamos voluntariamente en la competencia por aumentar nuestro rendimiento productivo y/o la capacidad de consumir, lo cual no necesariamente nos garantiza nuestra “felicidad”, sino más bien funciona para fortalecer el mismo régimen hegemónico.

Muchas personas eficientes, que han logrado una posición social respetable, al visitar mi consultorio mencionan que pasan por una crisis emocional, a partir de la sensación de vacío que les queda después de lograr un éxito importante, ya que el conseguir dicho “éxito económico y/o profesional” no les ha hecho sentirse ni “felices” ni “satisfechas”, de manera que valiera la pena la dedicación que le otorgaron. A su vez, hay personas que han logrado la satisfacción profesional y/o económica, pero que mencionan la dificultad que tienen de desarrollar relaciones profundas con su pareja o con sus amig@s; se sienten irritables dedicando tiempo a la convivencia ya que lo sienten como un desperdicio de tiempo, o que es tiempo pasado en vano

La lógica “psicopolítica” propuesta por Byung Chull Hann tiene que ver también con la “culpabilidad” y la “depresión” que sienten estas personas. Cuánta gente visita a mi consultorio expresando su sensación de ser “culpable” y/o “insuficiente” por no hacer lo que en realidad “debería estar haciendo en ese momento”. Aparte de eso, dichas voces de obligación suelen ser mutuamente contradictorias y parecen ponernos una trampa constante, por cuanto, pase lo que pase, la gente termina sintiéndose mal acerca de sí misma e insatisfecha, por ejemplo: Los padres que no han podido ocupar su tiempo para la convivencia con sus hijos por la necesidad de dedicarse al desarrollo profesional; o los padres que han dedicado su tiempo para la familia sin lograr desarrollarse profesionalmente como seres exitosos, como es esperado por la sociedad.

La mayoría de las personas mencionan el cansancio de no tener tiempo suficiente para nada, y a la vez, hablan de sentirse culpables una vez que tienen tiempo “de hacer nada”. Parece que el estar ocupad@ genera una sensación de ser alguien “necesitad@” en la sociedad, lo cual nos hace privarnos de la posibilidad de apreciar varias actividades no asociadas con el “rendimiento” y/o la “productividad”. Esta lógica puede dirigirnos al riesgo de olvidar la estética de “no hacer”, puesto que alguien que ha logrado “crear algo” es más apreciada que una persona que tal vez escapa de la lógica hegemónica, ligada al consumismo y/o al rendimiento económico, alguien que decidió “no hacer” y/o “no consumir” con base en una reflexión personal sobre la estética de la vida.

El autor relaciona además cómo el desarrollo de la tecnología hace cada vez más difícil manejar nuestras vidas de acuerdo con un criterio original respecto de una estética de la vida que no concuerde con los criterios que corresponden a lo que se considera lo más “nice” y/o esperado, establecidos por la sociedad en la que vivimos.

Byung Chull Han menciona que la técnica de poder del sistema neoliberal es seductora, y no prohibitiva. Su táctica no es ordenarnos directamente lo que tenemos que hacer, sino que hace que sintamos la necesidad de ocupar nuestro tiempo y dinero de modo “divertido” “significativo” y/o “nice”, lo cual es provocado por las imágenes, discursos e ideas interiorizadas en nosotros mismos sobre cómo es mejor vivir. Dicha idea garantiza más bien la estabilidad del régimen sociopolítico preestablecido, y no nuestra felicidad. Y si escogemos una opción que no concuerda con las “sugeridas sutilmente” y/o “compartidas profundamente” en la sociedad, quien nos castiga somos nosotr@s mism@s, por medio de sentirnos “inadecuad@s” y/o “no nice”.

Al estar interactuando con las “psiques” de varias personas que visitan mi consultorio, me parece particularmente relevante lanzar una pregunta para mí misma y para otr@s integrantes de la misma sociedad: ¿estamos bien al continuar viviendo con base en la misma lógica hegemónica actual? ¿Estamos poniendo importancia en lo realmente importante? O, como siempre, ¿“lo urgente” (o el rendimiento, la sobrevivencia individual de cada momento, etc.) le está ganando a “lo importante”?

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