| Por Manuel Turrent Riquelme |
Manuel Turrent nos comparte la experiencia de trabajo del Grupo To Caltia, dedicado a generar procesos de mediación entre empresas y grupos ejidales para contribuir al desarrollo comunitario.
Preocupados por los temas de la discriminación, del poder y de la justicia, creamos hace más de seis años el grupo ToCaltia (nuestro construir en Nahuatl), formado por Maribel Zarco, Betina Haiat, Lucero Morales y Manuel Turrent.
En To Caltia estamos conscientes de que las organizaciones civiles usualmente trabajan en las comunidades con el financiamiento de empresas y/o del gobierno, lo que genera una situación que acrecienta las diferencias de poder: los que tienen dinero “dan” y los que no tienen “reciben”, creando dependencia y desequilibrio. Nuestro propósito ha sido trabajar simultáneamente con las comunidades y con las empresas, de una forma que no fomente estas relaciones de poder.
Inicialmente propusimos a un grupo inmobiliario el trabajar de manera diferente con sus socios ejidatarios basándonos en ideas de no poder, no jerarquías, horizontalidad, autonomía y desarrollo. La propuesta implicaba que todos los involucrados: ejidatarios, socios y empleados, se conocieran mejor, reconocieran y mostraran sus recursos y fortalezas y aprendieran unos de otros de forma horizontal, sin olvidar que el objetivo final sería el beneficio económico para ambas partes, resultante de la comercialización de sus tierras.
Tomamos en cuenta que México es un país dividido por el dinero, las clases sociales, los prejuicios, la política y los intereses de grupo. En este contexto, a través de nuestro proyecto hemos fomentado la creación de puentes, favoreciendo las asociaciones de grupos comúnmente percibidos como antagónicos como los ejidatarios y empresarios, a partir de poner énfasis en el intercambio de aprendizaje entre ambos grupos.
Como primer paso, solicitamos hacer una investigación sobre el estado de la relación, la eficacia de la comunicación existente y las necesidades de ambos grupos (empresarios-ejidatarios).
Partimos de la idea de que los expertos sobre estos temas y sobre sus propias vidas y relaciones son los clientes y con este fin desarrollamos entrevistas a profundidad con los involucrados que nos indicarían el camino a seguir en cada relación.
El proyecto piloto en San Martín Obispo se diseñó y se aplicó durante cinco años con un programa específico (Proyecto de Integración Comunitaria) y los resultados han sido muy favorables. A partir de ahí hemos trabajado con otras asociaciones en lugares como Atarasquillo y Valle de Bravo en el estado de México y en Zacatecas, logrando plenamente los objetivos mencionados.
Los resultados se han podido medir a partir de una mejora significativa en la relación entre las partes y de la creación de iniciativas en áreas económicas, sociales, culturales y comunitarias relevantes para cada comunidad.
Si bien encontramos similitudes entre las distintas asociaciones, no creamos un machote que se replica en cada una, ya que cada asociación es única y requiere entenderse en su contexto específico para dar nacimiento a un proyecto específico a aplicarse.
Uno de los resultados más comunes en varios de los casos que hemos atendido, fue constatar que ambos grupos en la relación hablaban diferentes lenguajes y tenían distintas expectativas y perspectivas de la relación. A partir de estos hallazgos, propusimos estrechar las diferencias y crear conciencia acerca de las expectativas recíprocas. Al conocerse más pudieron entenderse más. Trabajamos en la mediación de significados y en la búsqueda de caminos compartidos. Una de las herramientas utilizadas para este fin fue el modelo de Ceremonias de definición y Testigos externos, adaptado al contexto comunitario.
Para cada situación hemos diseñado un proyecto específico con el objetivo de favorecer el desarrollo social y la autonomía de los grupos ejidales, para que una vez terminada la relación puedan tener resuelto el dilema de la migración de identidad de ejidatario a socio capitalista a raíz de la comercialización de sus tierras, sin que esto los desconecte de sus intereses comunitarios.
Con los empresarios, trabajamos temas de poder y discriminación para que los cambios en sus relaciones con sus socios ejidatarios lleguen a ser de segundo orden, es decir, que sean realmente cambios en la propia identidad y en la forma de ver y entender el mundo y las relaciones entre las personas; que pasen de un modo de relacionarse a partir del poder, a un modo de relacionarse basado en la colaboración y el aprendizaje mutuo.
A través de este proyecto, se ha logrado el intercambio de saberes, el trabajo conjunto y la sinergia de fuerzas, pero sobre todo, se ha logrado que cada grupo conozca e interactúe de manera personal y de negocio con el otro en forma positiva para todos.
En resumen, la integración de saberes y fortalezas de ambos grupos se consigue a través de abarcar los siguientes puntos:
- Crear puentes que permitan un intercambio vital sin el cual cada grupo suele luchar por su interés lo que resulta en la fragmentación de fuerzas y de nuestra sociedad en general;
- Permitir que las partes se unan y trabajen en conjunto para maximizar el desarrollo social y el potencial económico deseado;
- Diseñar para cada asociación una serie de medidas según las necesidades particulares, buscando que el beneficio recibido no sea solamente económico sino que permita el desarrollo y autonomía adecuados para ambos grupos. A partir de esto se logra una asociación que cambia de raíz la manera de convivir en la diversidad de México;
- Acompañar a los socios a generar un negocio donde ambas partes aprendan una de la otra y compartan beneficios;
- Buscar la sustentabilidad a largo plazo conservando los valores de ambos.
A lo largo de este trabajo nos hemos dado cuenta de que a partir de que la postura de nuestro equipo es de horizontalidad, escucha y respeto hacia los diferentes grupos, se genera en la relación de nuestros clientes una nueva estructura: menos antagónica y más de intercambio.
El trabajo de nuestro equipo consiste en generar estos espacios de escucha, moldear una nueva manera de interacción entre las partes y promover el intercambio de saberes. A partir de ahí las partes asumen otra forma de relacionarse unos con otros, la comunicación se vuelva más fluida y la relación se ve fortalecida.
Consideramos que el logro de los objetivos que buscamos contradice la historia dominante de nuestro país, en la que las relaciones entre ejidatarios y empresarios (o cualquier otra relación donde existen diferencias de clases, por ejemplo la de campesinos y gobierno) se viven como imposibles y conflictivas. Se posibilita entonces la existencia de una historia alternativa en la que ambos grupos puedan dejar de lado las relaciones de poder para permitir la colaboración privilegiando la sabiduría y el conocimiento local. La forma en que está diseñado el proyecto permite promover una interacción distinta entre las partes, comprobando que existen más similitudes entre los seres humanos que diferencias y que es posible escribir una historia distinta de éxitos y respeto entre distintos grupos.
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