A NOSOTRXS TAMBIÉN NOS SUDA LA PANZA

| Documento colectivo (edición: Miriam Zavala) |

Era la cuarta ocasión que, dentro del Diplomado en prácticas narrativas con enfoque en la prevención y atención de violencia de género, me tocaba compartir algunas de las ideas que trabajo en el taller “Construyéndonos como terapeutas”. La idea ha sido cada vez, abrir un espacio de reflexión para el grupo, una especie de alto en el camino de la formación, para revisar desde una perspectiva narrativa, los procesos personales de construcción de la identidad profesional.

Los grupos del Diplomado son especialmente ricos para hacer este trabajo, ya que muchas de las ideas que ya se han ido trabajando desde la Narrativa, se pueden vivir dentro de esa sesión en “carne propia”, es decir, vivir la externalización, la personificación de nuestros problemas pero también de nuestros recursos, la emergencia de historias alternativas y la deconstrucción de discursos dominantes. Todo esto, alrededor del tema de la construcción de la identidad profesional, con la posibilidad además de colectivizar las vivencias, algo que pocas veces tenemos la oportunidad de vivir, sobre todo quienes nos dedicamos a las profesiones de servicio y de atención a la salud.

En esta ocasión, tocaba Guadalajara, la primera generación del Diplomado que se abría en esta ciudad. Un grupo muy especial, seleccionado con mucha ilusión y cuidado por Mariana García, con ganas de que la vivencia fuera inolvidable para todxs. Ni que decir al respecto, el trabajo de esa tarde fue realmente un deleite.

Es por esto que queremos compartir con ustedes el documento colectivo que condensa lo vivido esa tarde con el grupo. Estoy segura que muchxs podremos resonar con las reflexiones y expresiones vertidos ahí, porque al final este viaje, el de convertirnos en lxs profesionista que preferimos ser, es siempre un viaje de dilemas y sueños compartidos.

Guadalajara, Jalisco; marzo de 2019.

Somos un grupo de profesionistas interesadas en las prácticas narrativas. Venimos de ámbitos diferentes y de experiencias profesionales distintas, sin embargo, la Narrativa nos unión porque buscábamos un espacio de formación que nos permitiera construir historias de vida más esperanzadoras, menos intrusivas o violentas, al lado de las personas con las que trabajamos. A varias de nosotras nos interesaba aprender una forma de colaborar con las personas que no buscara protagonizar ni poner en el centro nuestra voz, sino privilegiar las experiencias, las voces y las vivencias de las personas con las que trabajamos. La Narrativa ha sido en varios sentidos una respuesta a esa búsqueda.

Varios de nosotros coincidimos en que lo que se espera de nosotros como profesionistas de la ayuda, es que seamos inmunes al estrés, proactivos, que siempre demos más de lo que se nos pide, que seamos 100% congruentes, siempre empáticas y buenas personas, que tengamos control emocional, que seamos humildes, magnánimos, pero al mismo tiempo que demostremos que lo sabemos casi todo.

Para muchas de nosotras el camino en ese sentido, no ha sido fácil. Hemos caminado mucho tiempo preguntándonos cuándo se nos va notar que ya somos esas profesionistas, cuándo daremos el vuelco definitivo, que nos permitirá cumplir finalmente todas esas expectativas. Hemos tenido dudas y nos hemos preguntado a momentos si esta es la profesión correcta para nosotras. En nuestra conversación de hoy, varias descubrimos que no es necesariamente nuestra voz la que formulas esas preguntas, a veces son las voces de nuestros familiares, de nuestros profesores y colegas, que nos cuestionan y nos señalan. A veces esas voces también aparecen en las redes sociales y en las instituciones para los que trabajamos. Parecen estar en todos lados.

Preguntándonos acerca de lo que nos impide ejercer nuestra profesión desde un lugar que nos reporte dignidad y respeto por nosotros mismos, encontramos que la Inseguridad, la Inexperiencia, las Críticas, la Discriminación, la Incompetencia, la Ansiedad, la Presión y la Contratransferencia se vuelven personajes y voces de nuestra cotidianidad, que terminan confundiéndose con nuestra propia voz. Ver cómo operan y escuchar con detenimiento lo que nos dice, nos permitió ver lo ruines que son, nos permitió hacer una pausa para preguntarnos cómo somos reclutadas por esos discursos. Verlos en acción nos ha permitido entender por qué es que algunas de nosotras nos sentimos tan incómodas cuando estamos entre colegas.

Si pudiéramos regresar en el tiempo para hablar con la versión de nosotros que se ha vivido secuestrado por estos obstáculos y discursos, pero también si pudiéramos hablar con otras colegas o con algunas personas que recién inicia este camino de formación, nos gustaría decirles que nadie nace experta, que esa voz no es su voz, que se den un chance para saber lo que necesitan, que no dejen de divertirse, que no pasa nada si les suda la panza o las manos, que no se tomen la vida tan en serio. Nos gustaría decirles que no lo sabemos todo, pero que lo que sabemos es valioso, que podemos trabajar en equipo, tener dudas y replantear todas las cosas sin que eso nos quite valor, que podemos confiar en lo que sabemos y también podemos confiar en la sabiduría y las herramientas de las personas que nos consultan. Nos gustaría recordarnos y recordarles la importancia de escuchar nuestro corazón, de reconocer el valor de lo que sentimos y creemos.

Algunos de nosotros después de la conversación de hoy, preferimos pensar nuestra identidad profesional como algo flexible y no estático, que fluye y cambia a través de los diferentes momentos y experiencias. Para otras de nosotras, fue muy conmovedor recordar esos momentos en los que hacemos lo que sentimos y que sabemos cómo hacerlo, momentos en los que no nos importa que esas voces y esos discursos vengan a cuestionarnos, porque tenemos aliados como la Persistencia y la Creatividad, la Inteligencia y la Armonía, la Insistencia y la Terquedad, la Tenacidad y la Persistencia, la Transformación y la Dignidad, la Autenticidad y la posibilidad de tejer comunidad.

Poder compartir con el grupo nuestra vivencia de estos obstáculos y poder recordar lo que nos ha ayudado a ejercer nuestra profesión con dignidad y respeto, nos permitió recuperar momentos extraordinarios donde todas esas voces críticas no han logrado alejarnos de nuestra versión preferida, nos ha permitido sentir alivio y ver que colectivizar lo que nos pasa, nos da poder. Nos ha permitido pensar que no todo en nuestro trabajo tiene que ser contracorriente, que no todo tiene que ser difícil. Nos ha permitido reflexionar que la profesión a veces no tiene momentos chidos y que para esos momentos necesitamos aliados que nos permitan dignificar nuestro trabajo. Nos ha permitido imaginar que podemos vivir la profesión disfrutando, más que comparándonos. Nos ha permitido confiar en lo que somos capaces de hacer, pero sobre todo nos hizo recordar lo que amamos de la profesión.

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