ORIENTAR PARA LLEVAR A LAS PERSONAS A SU PROPIA SABIDURÍA Y HACIA UNA SOCIEDAD SIN VIOLENCIA

| Documento colectivo (edición: María Eugenia Nadurille y Leticia Uribe)  |

En noviembre de 2012, la Colectiva Ciudad y Género nos invitó a impartir un curso de Formación de Orientadores y Orientadoras Narrativas en Prevención de la Violencia Familiar, en San José del Cabo, BCS. El curso constó de 8 módulos y se llevó a cabo entre noviembre de 2012 y marzo de 2013. Al final del curso, se recopilaron las experiencias de aprendizaje de las y los participantes, y a partir de sus comentarios se elaboró el siguiente Documento Colectivo.

Somos un grupo de más de 30 personas, hombres y mujeres que durante los meses de noviembre del 2012 a marzo del 2013 nos reunimos cada quince días en las oficinas de la Policía Municipal  de Cabo San Lucas, en Baja California Sur. El objetivo fue formarnos como orientadores y orientadoras narrativas en prevención de la violencia familiar. Compartimos el interés de ayudar y contribuir a nuestra comunidad y buscamos poner nuestro granito de arena para construir una sociedad sin violencia.
Formar parte de este grupo tan diverso y comprometido nos ha llevado a comprender que somos más los que caminamos hacia el mismo lugar y que el cambio lo podemos hacer en sintonía, como un engranaje con distintos elementos.

A muchos y muchas este curso nos llevó a nuestros orígenes, a replantearnos nuestra propia vida y nuestras propias historias para poder resignificarlas. Algunas veces los ejercicios nos ayudaron  a conectar con las historias que nos han construido y pudimos ver cómo aún repercuten en nuestras vidas. También descubrimos lo mucho que hemos hecho para lograr un cambio.
Sabemos que la violencia se puede presentar en cualquier momento y en cualquier lugar. Todas y todos conocemos a alguna persona que vive o es propensa a vivir con violencia y reconocemos que muchas veces somos el primer apoyo para estas personas, pero nuestro trabajo empieza aun antes: lo más importante es tratar de prevenir la violencia y no permitir que siga sucediendo.
Los ejercicios y las preguntas que respondimos durante el curso nos hicieron resonar con nuestras propias vidas, a veces con nuestra historia personal y a veces con nuestro trabajo. La terapia narrativa nos dio la teoría y nuestras experiencias de vida nos dieron el aspecto práctico. Poco a poco fuimos recibiendo información, a través de ejercicios, videos, ejemplos, casos y metáforas, que nos adentraron en los temas relevantes de la terapia narrativa y de la prevención de la violencia. En este proceso aprendimos que la orientación consiste en guiar a cada persona basándonos en la sabiduría que cada uno y cada una tiene sobre sí misma. Orientar a alguien no significa arreglar sus vidas. Al contrario, nosotros solo buscamos cooperar con las personas para el descubrimiento de sí mismas y sus potenciales, usando sus propias habilidades a su favor para desarrollar historias alternativas.
Esforzarnos para formarnos como orientadoras y orientadores nos da más seguridad en nuestro trabajo; nos ayuda a ver que no tenemos que dar soluciones a la gente, que las personas mismas pueden encontrar el camino. Nos damos cuenta de que existe una mejor manera de ayudar. Metafóricamente, esta forma consiste en observar a la oruga que al llegar el momento indicado se convierte en mariposa, y nuestro trabajo es simplemente buscar que maduren sus alas, sin interferir en su proceso. Juntas y juntos comprendimos la importancia de poner límites, deslindar responsabilidades, no juzgar, amar y perdonar. Creemos que es vital perdonar tanto al que ejerce como al que sufre violencia.
No todos ni todas en el grupo habíamos pasado por experiencias tan difíciles, pero nos hemos dado cuenta que aún así hemos vivido la violencia de algún modo, ya sea padeciéndola o ejerciéndola. Como grupo pudimos ver situaciones en las que ejercíamos violencia aunque no se nombrara así, y logramos reflexionar para no seguirlo haciendo. Ahora tenemos más cuidado al hablar y al hacer las cosas, y compartiremos estas enseñanzas con  nuestras familias.
Para muchos y muchas de nosotras, la terapia narrativa ha dado sentido a muchas de las cosas que ya estábamos haciendo por nuestra parte: nos ha llevado a reafirmar lo que ya pensábamos, a poner en palabras lo que ya vivíamos. Por ejemplo, nos dimos cuenta de que las mujeres, desde muy chicas, se tienen que estar defendiendo de agresiones y de cómo los padres les enseñan a los hijos a ser violentos y a partir de ahí medir su masculinidad. Esto nos ha hecho pensar en nuestras propias familias y en las de otros, en las hijas, las esposas, y cómo ellas muchas veces viven violencia. Entendimos cómo suelen comportarse los hombres que ejercen violencia y como reaccionan las mujeres que la viven, comprendiendo que esos comportamientos están arraigados en la sociedad pero que cada quien es responsable de cambiarlos.
Nos llevamos la curiosidad de investigar y aprender más, pues la curiosidad es como un papalote volando en lo alto del cielo que nos permite abrirnos y recibir otras soluciones alternativas. Pero sobre todo, nos queda la determinación de practicar. Seguir practicando y practicando mientras buscamos aplicar los principios de la narrativa en todos los ámbitos, empezando por nuestro lenguaje y por nuestros actos.
Para algunas y algunos, esta formación nos ha permitido, quizá por primera vez, saber que somos personas de mucho valor con mucho futuro por delante, llegando a sentir este momento como el inicio del cumplimiento del propósito de nuestra vida. Esta experiencia nos llevó a tomar las riendas, confirmando que sí podemos hacer las cosas, que sí sabemos cómo y lo que sabemos cuenta. Podemos ahora reafirmar que estamos donde tenemos que estar, que hacemos bien el trabajo que hacemos. Este camino nos ha llevado a reflexionar que nos agrada lo que somos, y que además podemos modificar día a día nuestra vida.
Desde el principio nos llamó la atención la cantidad y diversidad de personas que quisieron participar en este curso, así como la atención, la disposición y la cooperación de todas y todos. Esta sorpresa inicial ha sido uno de los aspectos más valiosos del curso: podemos construir un mundo mejor y podemos hacerlo con la ayuda de otros. Creemos que todo lo que hemos platicado en este proceso de formación puede ser aprovechado para aprender a vivir de una forma distinta. Muchas personas podemos ver las cosas de forma diferente, pero también podemos hacer un esfuerzo por no juzgar. Este esfuerzo empieza desde nuestro lenguaje y la dirección de nuestras palabras. Reafirmamos que a través de la prevención vamos cumpliendo el compromiso que tenemos por dejarles un mundo mejor a nuestros hijos. Deseamos brindar a otros y a la sociedad lo que aprendimos en el curso, a través del crecimiento continuo en beneficio propio y de las personas que buscan orientación, ayudando así a toda la comunidad para tener una sociedad sin violencia.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *