LA EXPERIENCIA DE UN TALLER CON AMÉRICA BRACHO

Un documento colectivo

| Documento colectivo (edición: Leticia Uribe) |

Este documento se construyó a partir de las opiniones y expresiones de Cuqui Toledo, Mónica Duarte, Diana Rico, Selma Olivares, Leticia Fuertes y Leticia Uribe.

América Bracho es la directora Ejecutiva de Latino Health Access (LHA), una organización sin fines de lucro, creada con su liderazgo, y que busca atender las diferentes necesidades de salud de la comunidad de Santa Ana, California. El concepto de trabajo comunitario en salud como lo entienden en LHA implica una salud integral comunitaria. Esto significa que se trabaja en aspectos que van desde la atención médica y preventiva de enfermedades como VIH o diabetes, hasta en la creación de parques y centros comunitarios, pasando por cualquier otra necesidad que la comunidad vaya encontrando relevante para garantizar la salud integral de sus miembros. Este trabajo se hace a partir del trabajo de integrantes de la misma comunidad que van siendo entrenadxs como promotorxs en salud.
En agosto pasado, América vino a Oaxaca a mostrarnos algo del trabajo de LHA y de la forma como se genera la participación de los miembros de la comunidad y la formación de promotor@s, en un taller realizado en el marco del Diplomado Internacional de Prácticas Narrativas y Trabajo Comunitario, organizado por Colectivo de Prácticas Narrativas. El texto a continuación es un documento colectivo construido a partir de las experiencias y opiniones de seis de las participantes de este taller que pretende transmitir algo de lo que vivimos, sentimos y aprendimos en él.

La impresión más fuerte que deja América en quien la conoce, es su energía, su dinamismo, su entusiasmo y el gran respeto que muestra hacia su trabajo y hacia todas las personas. El tipo de trabajo que realiza es algo que también da una fuerte impresión, en principio por que no es asistencial, por el contrario, tiene un método que invita y promueve la reciprocidad y el caminar juntxs a partir de las fortalezas de cada quien. La forma en que está siempre pendiente de devolverle a l@s demás el reconocimiento a sus propios talentos, para que se aporten al trabajo comunitario. Esto implica de entrada una confianza plena en que todxs tenemos fortalezas y talentos aunque no los veamos en un momento dado. “Cuando te conectas con las fortalezas de los otros, el miedo se asusta”, dice América. Algunas de las que asistimos entendemos esto como lo contrario al asistencialismo: la confianza en que todxs tenemos capacidades y fortalezas y, por lo tanto, el verdadero trabajo sale de la propia comunidad y así se reconoce. No es una persona salvando a un pueblo: es cada quien aportando para salir adelante. Las comunidades enfrentan muchos retos y adversidades, pero si los tenemos claros y aprovechamos las fortalezas de cada persona, los problemas a enfrentar se hacen “chiquitos”.

América usa una metáfora muy clara:

Todos los caminos llegan a Roma.

Esto significa que hay muchos caminos, muchas cosas que se pueden hacer en el trabajo comunitario y que intentan dar solución a los problemas “de fondo”. Para llegar a “Roma”, a las soluciones de raíz de los problemas, hay que trabajar en espiral, no se puede entrar de lleno y hasta el fondo de una sola vez y con un solo programa o una sola persona, por que los problemas en las comunidades son siempre complejos. El trabajo en espiral consiste en identificar un lugar específico de trabajo, tener estrategias claras, y acompañarse cada vez de más y más personas que trabajen en colaboración, utilizando las fortalezas que cada quien pueda aportar. Todos los caminos llegan a Roma, pero hay que andar esos caminos y si uno se queda en la periferia, sin estrategia y sin claridad de cuales son los alcances de lo que uno puede hacer con un programa o acción específica, no se llegará nunca. Hay diferentes niveles de intervención y participación en el trabajo comunitario, pero con la claridad mencionada, eventualmente se aporta para llegar a Roma. Aquí es donde entra y se entiende el trabajo de lxs promotorxs en salud, que América y su equipo están siempre reclutando y capacitando. La responsabilidad de que un proyecto tenga éxito es de la promotora de ese proyecto, por eso es importante que cada unx se prepare bien y que, primero que nada, tengan la seguridad y la claridad de cuáles son las aportaciones que puede dar a dicho proyecto y de cuáles son las personas de quienes se puede acompañar. Su trabajo es esperanzador, por que se basa en devolverles la dignidad a las personas, devolver esa confianza en las propias posibilidades y fortalezas en un trabajo de uno a uno. En cada sesión de capacitación América enseña con el ejemplo la forma en que se tiene que tratar a las personas que forman parte de la comunidad; ella da gran importancia a la presentación de cada miembro del grupo y se dirige a todxs por igual con respeto y por su nombre:

Entrar con respeto a los integrantes de la comunidad: el cariño y el respeto se ganan.

Al entrar a una comunidad con consideración y respeto hay mayores posibilidades de tener éxito en la tarea que nos fijemos como meta. Recíprocamente, será más sencillo obtener respeto y cariño.

El trabajo de América Bracho y el LHA es un trabajo en colaboración, un trabajo de equipo que requiere:

  • Tomarse el tiempo para conversar con las personas y encontrar sus fortalezas.
  • Trabajar con las personas para que vean sus propias fortalezas y puedan mejorar su vida.
  • Tomar en cuenta el entorno y el contexto.
  • No sólo integrar a los líderes reconocidos al proyecto, sino integrar otros talentos (el que baila, el que canta, etc.).
  • Crear puertas de entrada para que la gente participe.
  • Trabajo solidario, trabajo de pares.
  • No sólo crear el proyecto, sino una estrategia (de corto, mediano y largo plazo).
  • Poner reglas de respeto, puntualidad, honestidad, participación, confianza, reciprocidad, aceptación, etc.
  • Cumplir sueños.
  • Aprender a escuchar.
  • Tener claro cuál es mi papel y mi lugar en el proyecto.
  • Tomar en cuenta a los niños: los niños son una parte de la solución.

América vino a mostrarnos un trabajo comunitario que propone una aproximación diferente a la de otros trabajos más tradicionales o comunes. Entre las aportaciones diferentes que llamaron la atención está la invitación a ser parte de la comunidad, integrándose a ella a partir de compartir objetivos comunes, es decir, ver a la comunidad “como partner [socia, compañera] y no como target [objetivo, meta, blanco]”.

El cambio sucede cuando la gente tiene oportunidad de pensar y tomar acción.

Cuando se invita a las personas a participar, se sienten involucrados y pueden tomar acciones. Para esto es importante “No basar nuestras intervenciones en nuestras destrezas, sino en sus necesidades”: en trabajo comunitario no vamos a demostrar nuestras habilidades, sino a que nuestro trabajo sea de utilidad. Parte de la estrategia consiste en “Asegurar que se da prioridad a las comunidades más vulnerables”, pues de no hacerlo podríamos poner en mayor riesgo a la comunidad. El trabajo comunitario es difícil y es impactante; es fácil sentir emociones de dolor, miedo y vulnerabilidad al hacerlo. En respuesta a esto, América dice con intensa emoción una frase de la que aprendemos mucho:

No voy a tener miedo al silencio y al dolor; son grandes para la creatividad.

Entrar a una comunidad con carencias y necesidades importantes, nos enfrenta con grandes contradicciones que generan este dolor. Mucho del trabajo de América Bracho y el LHA está basado en las ideas de autores como Pablo Freire, de quien ella repite una frase interesante que generó un impacto emocional importante en el grupo: “Sólo en la presencia de la contradicción se crea la conciencia”. Cuando uno está en comunidad es importante preguntar, preguntar y preguntar. Cuando uno busca llegar a entender qué es lo que pasa y por qué pasa, invariablemente se encuentra la contradicción, la contradicción que es el origen de los problemas comunitarios y que al mirarla de frente nos genera conciencia y a partir de ésta conciencia se genera el compromiso. De ahí es de donde deben surgir los proyectos de trabajo, para que realmente estén dirigidos a Roma.

Una idea importante que nos llamó la atención fue la de “aprovechar la ola, no ir contra ella”. Para esto, la estadística (la data, como América la llama) juega un papel importante. Si se logra leer desde lo cualitativo, se puede lograr un enfoque diferente y usarla como herramienta. A partir de la investigación, de las encuestas y de la recopilación de data significativa en una comunidad, se puede obtener información importante que se vuelve relevante para diferentes grupos o sectores dentro de la comunidad o relacionados con ella, dependiendo el lenguaje con el que se expliquen. Lo más importante es que los resultados estadísticos se le devuelvan a la comunidad para su uso y comprensión directa, no solo para que otros sepan lo que sucede ahí. Por ejemplo, para crear consciencia respecto de la importancia de valorar las áreas verdes resulta útil demostrar -con cifras- la relación entre atropellamientos de niños y la falta de parques, comparando resultados entre colonias en las que existen parques y aquellas en las que los niños juegan en las calles y conversarlo con l@s integrantes de la comunidad en términos prácticos y de su vida diaria. A partir de lo que América nos compartió, nos deja claro que en su trabajo y el de LHA, buscan mantener y promover una salud integral de la comunidad latina en Santa Ana, California. Buscan siempre que el trabajo sea horizontal, que cada persona sea líder de algo. Las promotoras trabajan en forma descentralizada e influyente con conocimiento del “qué” y el “por qué” para así poder actuar desde el ”para qué”. Para América y para LHA es importante llegar “hasta Roma”, entendiendo esto como el llegar a la raíz, a las causas que subyacen detrás de cada problema, de cada situación, para tratar de actuar en ellas pero con plena conciencia de que el camino se recorre de manera “holística” con la colaboración y participación intersectorial de toda la comunidad.

Escuchar a América nos dejó varias imágenes valiosas, algunas las dio ella, otras nos surgen a nosotras al escucharla. Ejemplos de esas imágenes son:

  • La foto de unos niños jugando en botes de basura y cómo esta imagen la conmueve a ella. Esta imagen es motivadora, pues en ella se ve cómo los niños juegan, sin importarles dónde, pero es importante darles un lugar digno para hacerlo.
  • La imagen que es el escudo de LHA: “El Ojo de Dios” y el sarape como símbolo latino, lo sentimos cercano.
  • La frase “Aunque tengamos que vender tamales” y cómo es retomada para hacer una recaudación anual de fondos, que se basa no solo en ideas de la comunidad sino en elementos culturales que les son cercanos y relevantes, tanto en la frase, como en la comida típica.
  • La metáfora de la “sopa de piedra”, en la que de una piedra y con la aportación de todos se compone una sopa exquisita.
  • América ejemplificó la forma en que invita a otros a unirse al trabajo, con un gesto físico, en el que caminando, entrelaza su brazo con el de la otra persona a modo de invitarla a ir juntxs, al parejo, unidxs firmemente, como reflejo de solidaridad, respeto, apoyo, reconocimiento. Así explicó América cómo vamos a “enganchar” a la gente con la que vamos a trabajar, “engancharla” de tal manera en la conversación que logras caminar junto a ella con los brazos entrelazados, cómoda y dignamente, respetuosamente.
  • A una de nosotras le viene la imagen de una red a la que cada vez más nodos se integran, que va creciendo en área y también en volumen, que con el paso del tiempo y del arduo trabajo se hace cada vez más fuerte y resistente, sin perder flexibilidad.
  • Alguien más piensa en el Guerrero de la Luz, una fuerza poderosa que sigue adelante sin perder el ánimo buscando siempre mejorar las estrategias con mente-corazón para lograr la participación de las personas y el mantenimiento de los proyectos.
  • Otra imagen que surge es la de muchos brazos entrelazados, simbolizando el trabajo en equipo (trabajar para un mismo fin).
  • Surge la palabra DIGNIDAD: trabajar por la dignidad de las personas y de las comunidades:

No porque la salud sea un privilegio, sino porque es un derecho.

  • Hay quien piensa en la imagen del “Tapete Persa”, que se va tejiendo a mano, nudo por nudo y el resultado final es un trabajo realmente hermoso, resistente y muy valorado y admirado tanto por las personas que lo hacen como por las personas que lo ven.

Entrar en contacto y vivir de algún modo esta forma de trabajo, con la mirada particular del trabajo comunitario que tienen América y el LHA, nos conectó con vivencias particulares, con nuestras propias esperanzas, sueños y posibilidades en relación a nuestro trabajo y nuestra visión del mundo. Esta conexión tiene aspectos desde lo práctico y concreto, hasta lo sensible. Nos dejó ideas específicas de acción, y también sensaciones y vivencias que nos conectan con nuestros sueños y esperanzas; tanto para nuestros alcances en el trabajo cotidiano, como en nuestra aportaciones a la comunidad. Conocer a América, escucharla y sentirla, nos movió de lugar, nos hizo conectarnos con sueños, con ideales que de alguna manera estaban ahí, pero habían perdido la forma el color, la fuerza. Nos conecta con el compromiso, la preparación y, sobre todo, la sensibilidad que se necesita mantener consciente, para en cada momento estar con el dolor y las necesidades de las comunidades y de los individuos y al mismo tiempo poner atención a nuestro propio dolor, para conectarnos y buscar opciones, no solo para sufrir. Todas hemos sentido y pensado antes que no podemos mantenernos ajenas a lo que sucede a nuestro alrededor, hacer como que no vemos ignorando deliberadamente los sufrimientos y adversidades que enfrentan las personas que nos rodean. Muchas de nosotras hemos trabajado en proyectos puntuales de apoyo a comunidades, y seguimos haciéndolo hoy. La sensación conmovedora que nos quedó después del taller con América, nos remite y nos recuerda lo conmovedor que es realizar uno de estos proyectos y lograr hacer una diferencia, ya sea una sonrisa en unx niñx o un impacto directo en una necesidad concreta de una comunidad. También nos ayudo a aclararnos porqué en algunos intentos anteriores de aportar a una comunidad, no se sintió la “temperatura del problema”, no se supo conectar con las necesidades reales y eso llevó a imponer soluciones que no correspondían y al fracaso de esos intentos.

Nos damos cuenta de que hay que trabajar en romper el discurso dominante que dice que nosotras (las profesionales, las privilegiadas) tenemos las fortalezas y los conocimientos y que las comunidades y los individuos a quienes ayudamos tienen las necesidades. El cambio sólo se da cuando la gente puede tomar acción y decidir, cuando en verdad nos conectamos con las fortalezas de cada persona. La confianza en las posibilidades de las personas es muy importante. Vivimos en un mundo que constantemente nos dice que si no tenemos las “credenciales” adecuadas, nuestra opinión no cuenta y no podemos participar. En todos lados podemos ver como la gente se cierra las puertas de sus propias posibilidades por esta misma idea. Cuestionar esta idea en la práctica nos parece algo muy valioso y fundamental para que el trabajo logre sus objetivos.

En México hay muchas oportunidades de hacer trabajo comunitario voluntario, sin remuneración económica, y muchas hemos vivido como a veces eso dificulta el compromiso con la labor y por lo tanto, la constancia de los proyectos. El trabajo de América es una muestra de que trabajando y organizándose adecuadamente, se puede lograr conseguir fondos y realizar el trabajo con la consecuente retribución, que facilite a las personas involucradas mantener su compromiso a largo plazo.

El taller con América nos deja mucho para reflexionar a futuro. Nos deja pensando en lo importante de valorar y conectarnos con nuestra propia sabiduría de vida y con la responsabilidad que surge de ella, de aprovecharla para bien de los que nos rodean. Nos queda recordar siempre la importancia de escuchar al otro con paciencia pues es la manera de conectarse con los conceptos valiosos de la personas. El trabajo comunitario se logra con paciencia. A partir de esta conexión con las necesidades y los valores, es importante generar estrategias concretas, desde la definición de un lugar donde trabajar, hasta los alcances que se van a tener. La estrategia nos marca un camino para llegar a los logros, un paso a la vez, pero sin perder el estilo personal. Para esto se necesita tener la sabiduría para respetar, obedecer y ceder sin perder la propia libertad. Si uno tiene esta claridad, es más fácil comprometerse con un proyecto comunitario, sin tener que sacrificar otras necesidades reales de trabajo y de vida. Uno puede medir cual es el proyecto al que puede integrarse, de una manera que si contribuya y no solo dando golpes sin sentido. Después de asistir al taller con América, nos quedamos cuestionando el concepto de “liderazgo” tradicional. En el trabajo comunitario cada persona puede ser líder en un momento dado, la imagen de líder único se esfuma, al ser cada quien líder dependiendo de sus fortalezas o sus posibilidades particulares. Nos dejó herramientas para salir de nuestra zona de confort, salir del “circulo de preocupación” y empezar a ser proactivas para realizar un trabajo colectivo con el deseo de llegar a “Roma” y contribuir en la generación de cambios relevantes. América tiene una capacidad sorprendente de llevar las ideas a la acción, eso nos deja la claridad de que el trabajo comunitario empieza por la acción, no nada más por las intenciones o las ideas. Para lograr esta acción, es más fácil hacerlo acompañadas, en grupo, asociarse con las personas con las que ya nos sentimos en sintonía para empezar a actuar, lo que no se le ocurre a una se le ocurre a otra. América logró movernos y sensibilizarnos, quitarnos la venda de los ojos para ver a las comunidades y nos invitó a participar en trabajo comunitario, nos ayudó a quitarnos el miedo de actuar. Tal ha sido el efecto, que para la mayoría de nosotras empezaron a surgir proyectos de acción comunitaria casi inmediatamente después de regresar, y quienes ya participaban en proyectos, se sienten con mayor claridad del camino que les toca seguir en ellos para aterrizar aportaciones de manera más concreta.

Después de asistir al taller con América, quedamos con la claridad de que todo el trabajo que se hace en comunidad es útil, si se tiene consciencia de que hay un punto al que se quiere llegar que es la “salud integral” de la comunidad, esa salud en su aspecto más amplio. Además, hay que ir y regresar varias veces, con paciencia, tomando del brazo a quienes tienen otras cosas que aportar. Una, por sí sola, nunca logra nada; pero la combinación de talentos y trabajos llega lejos.

 

LECTURA RECOMENDADA

Bracho, A. (2000). Towards a healthy community… even if we have to sell tamales. The work of Latino Health Access. Dulwich Centre Journal, 3, pp. 3-20.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *