“¿Cómo le han hecho para tener este grupo?”

Esta es la pregunta que continuamente nos hacen cuando presentamos trabajos en congresos, o cuando damos conferencias, diplomados y talleres. Con miras a tratar de responderla, nos animamos a incluir la historia del grupo en nuestra página; tuvimos que reflexionar mucho: ¿Por qué nos hacen esta pregunta? ¿Qué les llama la atención? ¿Qué queremos transmitir con esta historia?

Qué difícil… ¡Hay tanto que queremos decir!

 

Al narrar la historia del grupo, la primera persona en la que pensamos es en Emily Sued, “la transgresora lúdica por excelencia” como la llama Jorge Pérez. Ella coordinó en ILEF los Diplomados I y II de la Terapia Narrativa, y al concluir el segundo, nos dijo: “Ya no hay Diplomado III, así que ustedes mismas tienen que ir abriendo caminos de la Terapia Narrativa en México”.

Lety Uribe, alentada por estas palabras, tomó la iniciativa de convocar a sus compañerxs y desde noviembre de 2004, un grupo totalmente heterogéneo, nos reunimos cada 15 días para estudiar, repasar los temas y practicar. El grupo ha crecido a través del tiempo, siempre conservando el principio enseñado por Michael White sobre la postura “descentrada pero influyente”, se han integrando nuevas y valiosas personas. En las labores profesionales del grupo no todas participamos en todas las actividades, nos comprometemos de acuerdo al gusto y preferencia personal sin perder el sentido grupal.

Desde el inicio pusimos énfasis en que el estudio estuviera centrado en los lineamientos planteados por Michael White, David Epston y sus colaboradores más cercanos. Estudiamos siguiendo un calendario, en las sesiones conversamos sobre lo leído y después nos mandamos e-mails grupales con el relato de la sesión y los comentarios personales. Como dice Nacho Maldonado: “la Narrativa, al irla conociendo y practicando, es como la humedad, se va extendiendo sin que uno se de cuenta.”

Así, llegó el momento de asumir el miedo a “salir de casa” y, desde entonces, con gran responsabilidad, llevamos fielmente las Prácticas Narrativas a otras personas para hacerlas crecer con nuestro propio sabor mexicano.

Esto comenzó cuando nos planteamos la pregunta: ¿Sirve la Práctica de Testigos Externos en el contexto mexicano? Para contestarla, algunxs de nosotrxs nos reunimos para trabajar con personas que nos consultaban. Esto fue la base para el primer trabajo: “Testigos Externos. Una Experiencia Mexicana” presentado en la Conferencia de Dulwich Australia en 2008, y en otros congresos mexicanos. Desde entonces nuestro trabajo para difundir y enseñar las Prácticas Narrativas sigue creciendo de forma rizomática, a partir de proyectos como: diplomados para enseñar Practicas Narrativas -algunos enfocados en la atención y prevención de violencia de género-; trabajos con comunidades, ceremonias para “Decir Hola de Nuevo” a nuestros seres queridos difuntos; apoyos organizacionales a instituciones y a grupos especiales como en el caso del sismo de septiembre de 2017; talleres específicos para grupos o instituciones que los solicitan; docencia en diferentes instituciones, etc.

Los encuentros de estudio grupales siguen siendo nuestra piedra angular, nunca los hemos suspendido; como dice una de nosotrxs: “Son unas horas robadas al poder moderno”; otra dice: “Es un oasis… Ahora también leemos y estudiamos otros temas filosóficos actuales, que nos parecen congruentes con el pensamiento narrativo y con su epistemología, y que aportan a enriquecer nuestra mirada de mundo”. Sin presiones de ninguna especie nos acompañamos, nos festejamos, nos deconstruimos y nos supervisamos; seguimos estudiando; volvemos a crecer, con una visión cada vez más Narrativa, engrosamos nuestras vidas y nuestras historias alternativas… Todo esto ha culminado en una estrecha amistad insospechada e inusual.

 

¿Y los problemas?

“Los problemas son problemas y las personas no son problemas”. Conversamos narrativamente y, así, los problemas se diluyen.

 

Otro secreto:

 

PRACTICAR, PRACTICAR Y PRACTICAR.

 

¡Es lo que nos enseñó Michael White!